lunes, 28 de febrero de 2011



La poesía negra latinoamericana

Se dice que la poesía es  un género literario en el cual el autor representa con mayor sinceridad que lo que tiene en el alma, ahora bien cuando se habla de poesía negra se refiere a aquella la cual el autor tiene como principal protagonista a la muerte. Por lo regular son autores  que expresan todo su rencor, miedos y deseos a través de sus composiciones.
Este particular género tiene a sus más grandes exponentes latinoamericanos en las letras de  Cesar Vallejo y Alfonsina Storni. Estos autores se caracterizan por haber vivido en una época particularmente turbulenta y cambiante, ya que para Cesar se venían los cambios sociales de las primeras décadas del siglo 19 y para Alfonsina particularmente su carrera es más notoria las tener que luchar contra muchas más adversidades por el hecho de ser mujer cosa muy difícil en aquellos turbulentos años.

Cesar Vallejo:  (Santiago de Chuco, Perú, 16 de marzo de 1892 - París, 15 de abril de 1938), poeta  peruano considerado entre los más grandes innovadores de la poesía del siglo XX. La poesía reunida en estos últimos poemarios es de corte social, con esporádicos temas de posición ideológica y profundamente humanos. Para muchos críticos, los “poemas humanos” constituyen lo mejor de su producción poética, que lo han hecho merecedor del calificativo de “poeta universal”.





Alfonsina Storni: Alfonsina Storni Martignoni (Sala Capriasca, Suiza, 22 o 29 de mayo de 1892 Mar del Plata, Argentina, 25 de octubre de 1938), fue una poetisa y escritora argentina del modernismo. Se suicidó en Mar del Plata arrojándose de la escollera del Club Argentino de Mujeres. Hay versiones románticas que dicen que se internó lentamente en el mar. Su cuerpo fue velado inicialmente en esa ciudad balnearia y finalmente en Buenos Aires. Actualmente sus restos se encuentran enterrados en el Cementerio de la Chacarita.




ABSOLUTA

Color de ropa antigua. Un julio a sombra,
y un agosto recién segado. Y una
mano de agua que injertó en el pino
resinoso de un tedio malas frutas.

Ahora que has anclado, oscura ropa,
tornas rociada de un suntuoso olor
a tiempo, a abreviación... Y he cantado
el proclive festín que se volcó.

Mas ¿no puedes, Señor, contra la muerte,
contra el límite, contra lo que acaba?
¡Ay, la llaga en color de ropa antigua,
cómo se entreabre y huele a miel quemada!

¡Oh unidad excelsa! ¡Oh lo que es uno por todos!
¡Amor contra el espacio y contra el tiempo!
Un latido único de corazón;
un solo ritmo: ¡Dios!

Y al encogerse de hombros los linderos
en un bronco desdén irreductible,
hay un riego de sierpes
en la doncella plenitud del 1.
¡Una arruga, una sombra!
Cesar Vallejo





YO EN EL FONDO DEL MAR

En el fondo del mar 
hay una casa de cristal. 

A una avenida 
de madréporas 
da. 

Un gran pez de oro, 
a las cinco, 
me viene a saludar. 

Me trae 
un rojo ramo 
de flores de coral. 

Duermo en una cama 
un poco más azul 
que el mar. 

Un pulpo 
me hace guiños 
a través del cristal. 
En el bosque verde 
que me circunda 
—din don... din dan— 
se balancean y cantan 
las sirenas 
de nácar verdemar. 

Y sobre mi cabeza 
arden, en el crepúsculo, 
las erizadas puntas del mar.
Alfonsina Storni

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